No cabe el silencio
pues él habla
desde lo inmenso
con su ensordecedor
idioma de colores
Parlotéa sin cesar
vislumbra ecos
para el murmullo
de nuestros ojos
cuando en catarsis
quedamos prendidos
al contemplarlos
sutiles
soberbios
entrañables
Comparando con el canto
mismo del zorzal
para que su efímera vida
sea el más bello
recuerdo en una naturaleza
muerta
Ante la muerte
la vida
Unos cantos vinientes
de una cercana dimensión
colorea
lo gris
existente
en esta inexistencia
al que caemos paulatinamente
Ante esa caída
una ráfaga
o una sencilla luz encendida
en ese rincón exacto
donde nisiquiera
la punta de la nariz se ve
Abriendo las manos
esperando que llueva
los pétalos marchitolentos
de esa rosa en la palma
resuciten y ganen
la batallas... Todas las batallas que quedan.
© Santiago Morinigo.
pues él habla
desde lo inmenso
con su ensordecedor
idioma de colores
Parlotéa sin cesar
vislumbra ecos
para el murmullo
de nuestros ojos
cuando en catarsis
quedamos prendidos
al contemplarlos
sutiles
soberbios
entrañables
Comparando con el canto
mismo del zorzal
para que su efímera vida
sea el más bello
recuerdo en una naturaleza
muerta
Ante la muerte
la vida
Unos cantos vinientes
de una cercana dimensión
colorea
lo gris
existente
en esta inexistencia
al que caemos paulatinamente
Ante esa caída
una ráfaga
o una sencilla luz encendida
en ese rincón exacto
donde nisiquiera
la punta de la nariz se ve
Abriendo las manos
esperando que llueva
los pétalos marchitolentos
de esa rosa en la palma
resuciten y ganen
la batallas... Todas las batallas que quedan.
© Santiago Morinigo.