martes, 9 de febrero de 2016

CERQUITA CERCA


No escribo nada
nada porque la nada
termina en todo

Hoy sos mi fin
y mi comienzo
mi sueño y mi despertar
el sueño que quiero tener
tenerte en mis sueños
es mi anhelo

¿ Pero?

¡Vos estás en mis sueños!
Entonces
no tengo anhelos
La nada no existe
vos sos todo
Todo
                      y nada
todo    
                    todo                     todo    
nada es todo
lo que nos rodea
porque sólo nosotros
sólo nosotros estamos
plasmados bajo
la luz de una estrella
que se disipa en el cielo

Vos sos una estrella
la estrella

la estrella

¡ Mi estrellita!

Que brilla

Que brilla

Y brilla

Cerca
Cerquita
Cerca de mis ojos
¿ y sabés?

Estoy contento.



© Santiago Morinigo.

¡ MIÉNTEME!

                   
Me mirás

Me mirás sin ojos
más atrás de vos
más allá de tu esencia
más acá de tu existencia

Me mirás con música
con esa palabra muda
con esa pausa inaudita
con ése silencio estridente

Me mirás sin saber
que soy yo el objeto
de tu mirada
¿ O soy yo el que no sabe
que no es objeto de ése mirada?

No importa
si no lo soy
                    ¡ Miéteme!

Yo te miro
y al mirarte
intento alcanzar tu alma.

© Santiago Morinigo.

A TU NOMBRE



                        I

        Lejana
Y el silencio consume

           Consume          

La resurrección de la soledad:
            Solo

Noches de espectros
días oscurecidos

Lejos duermes
                  mi ternura
Por el aire mis besos
idos hacia ti
se esgrimen con el viento
y luego anidarse fantasmas
sobre tus labios que necesito

¿ Entiendes?
Te necesito en estas horas
de tortura helada
donde todo es frío
el alma
                el cuerpo
la mirada
menos éstas lágrimas
que en los amaneceres sin ti
lentamente resbalan.

© Santiago Morinigo.

ANATEMA

                                       

    Las voces eran resolutas, metálicas,  con espasmos de óxidos en su sonido recalcitrante; eran, un eco mustio, al acorde del lento andar en esa atmósfera sofocante de esos tórridos días de invierno. Y esa noche en particular, una bruma densa y sofocante se alza como látigo ardiente que marca la espalda del deseoso de libertad.
     Su nombre, ¿ Cuál era su nombre?, ése nombre que percutía una y una, y otra vez en sus oídos, y en su mente las imágenes atiborradas de caos torturaban su ser, su esencia. Y su nombre era sonido de esas voces que retumbaban dentro suyo, sin embargo,  él lo recordaba; sólo que la rigidez de su lengua no le permitía modular las sílabas...  De su nombre.
     Por primera vez sentía frío, dolor,temor,soledad, inquietud, debilidad; sus manos temblaban, o eso era lo que se vislumbraba tras esa cortina nocturna.

     Esa noche de julio, esa noche densa, en atmósfera poluída y corroído, llena de voces vivientes por diestra y siniestra lacerando su ser, de ojos cristalizados y corazón ensimismado.
      Esa noche de negrura extrema, sería el amanecer en el levantarse terrenal, para uno más de los caídos.

© Santiago Morinigo.