martes, 5 de enero de 2016

LA ÚLTIMA PROSA



Exactamente... No sé como comenzar esto, ó,  todo lo contrario, ¡cómo terminarlo!. Las notas del universo son en octavas disminuidas. Es el último poema, lo sé; ya que sé lo que lloran las letras de los poemas míos por vos inspirados, sé de sus agonías en el papel donde ellos duermen. El otoño ha caído con inusitada fuerza y sus hojas en ocre sólo visten las veredas.  El viento sopla. .. el viento sopla.
        Resulta que cada paso que doy es real  y duele,  cada suspiro es materia y algo apreta aqui, ¡¡¡ Aquí!!! Cada vez que respiro.
No quiero hablar de la tristeza,  aunque lo esté;  ni escribir el poema MÁS TRISTE ESTA NOCHE,  esta tarde, ó,  mañana.  Sólo quiero apaciguar mi alma y verla resurgir;  pero saldrá triste, lo sé y será la última tristeza,  la última.
No hay remordimientos,  no, todo se vale en esta batalla donde, aunque duela, siempre uno termina arrasado. Las vaporosas luces de la luna dibujan mil rostros en la calle.  Al mirarme en el espejo no es un garabato lo que miro, es mi rostro y es real;  que los tatuajes en versos de tus besos se desvanecieron,  y por el cielo! !! Mi ser también con ellos.

¿Qué te busco? Sí te busco,  o tal vez no, o no sé.  ¿Qué se busca cuando se está en estado de latencia? Trato de soñar nuevamente, pero creo que mis sueños se han fugado contigo,  ¿lo tienes tú? Necesito que las brisas me cosquilléen pues me estoy olvidando hasta de reír.

Mi pena. Mi pena ¡ Sí!  Y tu voz tan lejos.  Lo que decías, lo que sentías. Digo que estas allí para mí e intento tocarte,  entonces comprendo que el aire es un fantasma y los fantasmas no existen.
No!!! No digas te amo si no puedes construir Castillos  en el aire, si no puedes oír el batir de alas de una musa que sobrevuela las letras de un poema. Si no comprendes el grito en las lágrimas en el canto del cisne que se desangra en su hora de penumbras.  Con la reconciliación de la vida hay palabras vedadas, que no se pronuncian antes de que estén maduras,  si se las pronuncian son esquirlas con un millón de aguijones ponsoñosos en el alma del que pinta lirios en la sonrisa del sol. No digas te amo, sólo di te quiero;  el amor es perenne,  el querer se desvanece, ya que en la tinta de mi mejor poema para vos se vislumbran tantas lágrimas por escuchar tu te amo.
Duele, duele si, pero ya no dolerá,  ¡ya no duele! ¿ O tal vez duela?  Quizas el dolor es una circunstancia que nos hace sentir vivos, consumirnos hasta las cenizas y luego renacer tal Fénix.  ¡ Sí!  El dolor es eso y los poetas lo saben, lo sentimos. ¿ Fui feliz? Si fui feliz, o sea, ¿eso creo? Si la felicidad se mide con el latir del corazón enamorado, lo fui, sí lo fui, ¡fui feliz!.

   Vuelvo atrás y veo que este poema devenido a prosa tiene mucha tristeza.  Tristeza que exorciza.
Te comunico que esta es una receta de dolor, la última entonces,  la última.  ¡La última! .
Conseguiste que el echarte de menos sea mucho más que una tortura o un humano sin alma;  y que éste simulacro de poeta,  aqui te está escribiendo,  de amor, su último poema.

© Santiago Morinigo

No hay comentarios:

Publicar un comentario